MODERNA VILLA EN PRIMERA LÍNEA CON EMBARCADERO
REF.: 000003
Casa situada en Ibiza rodeada por un pinar autóctono y con vistas a Cala Codola, en Ibiza, se encuentra esta casa unifamiliar proyectada por el arquitecto Luis Felipe Infiesta, quien, desde el primer momento, se planteó como prioridad conseguir que todas las estancias disfrutasen de la magnífica vista sobre la cala, un criterio que prevaleció sobre la buena orientación y el asoleo.
La edificación se enterró con dos objetivos: por un lado, para adaptarse al terreno, minimizando el impacto ambiental y logrando su integración en el entorno natural, y, por otro, para mantener las vistas sobre el mar que se divisan desde todas las estancias de la vivienda. Para Infiesta, «ésta es una casa mediterránea de concepción moderna, con volumetrías puras de color blanco combinadas con muros de piedra de marés, y en sintonía con los bancales que aterrazan los campos de la isla».
La fachada principal, abierta a la cala, está recorrida por un porche que parece abrazar a la piscina rebosante, cuya lámina de agua se funde con el horizonte marino. Mientras, la fachada posterior, donde se encuentra la entrada, permanece cerrada y la cubierta transitable actúa como un magnífico balcón elevado sobre el mar. En cuanto al tipo de construcción, el arquitecto se ha inspirado en las casas tradicionales ibicencas, que cuentan con una sala principal en torno a la que se articulan el resto de estancias.
Por ese motivo, el acceso se hace a través de un porche cubierto con cañizo.
La distribución de la casa produce una secuencia visual que va del jardín al porche y de éste al salón y al porche posterior para que la vista se dirija a la piscina y, finalmente, al mar. Sin duda, el suelo de piedra arenisca potencia esa continuidad. La decoración se debe a Cristina Gámiz, quien, en estrecha colaboración con el arquitecto, ha sabido realzar una edificación en la que juegan un papel fundamental las luces y sombras, y ha recurrido a soluciones decorativas que, unidas a muebles y objetos orientales, añaden al resultado un sello muy personal.
La edificación se enterró con dos objetivos: por un lado, para adaptarse al terreno, minimizando el impacto ambiental y logrando su integración en el entorno natural, y, por otro, para mantener las vistas sobre el mar que se divisan desde todas las estancias de la vivienda. Para Infiesta, «ésta es una casa mediterránea de concepción moderna, con volumetrías puras de color blanco combinadas con muros de piedra de marés, y en sintonía con los bancales que aterrazan los campos de la isla».
La fachada principal, abierta a la cala, está recorrida por un porche que parece abrazar a la piscina rebosante, cuya lámina de agua se funde con el horizonte marino. Mientras, la fachada posterior, donde se encuentra la entrada, permanece cerrada y la cubierta transitable actúa como un magnífico balcón elevado sobre el mar. En cuanto al tipo de construcción, el arquitecto se ha inspirado en las casas tradicionales ibicencas, que cuentan con una sala principal en torno a la que se articulan el resto de estancias.
Por ese motivo, el acceso se hace a través de un porche cubierto con cañizo.
La distribución de la casa produce una secuencia visual que va del jardín al porche y de éste al salón y al porche posterior para que la vista se dirija a la piscina y, finalmente, al mar. Sin duda, el suelo de piedra arenisca potencia esa continuidad. La decoración se debe a Cristina Gámiz, quien, en estrecha colaboración con el arquitecto, ha sabido realzar una edificación en la que juegan un papel fundamental las luces y sombras, y ha recurrido a soluciones decorativas que, unidas a muebles y objetos orientales, añaden al resultado un sello muy personal.